niñaturas. parte II

despertarme con la música del plátano, y del viento, y de ese pajarito que conozco tan bien pero del que no sé el nombre. tranquila bicho, estás acá. pero es que a veces quiero estar allá eh. a veces me gusta despertarme, oír también el clic-clac-clic-clac de aquel no éste ventilador, mirar por la ventana el cielo blanco y ver que las ramas tupidas se ladean hacia todos lados, como si quisieran caerse sobre mí, aplastar las pesadillas que tuve anoche, abonar las que vendrán mañana y despeinarme un poco más, como siempre, como hace tanto.
claro que cuando me despierto, recuerdo que ya casi es navidad y que pronto de veras estaré allá. que mi abuelo no, pero que el ventilador sí, y más ruidoso que nunca, mucho más que el año pasado. que las revistas no van a poder distraerme del pan dulce casero, del disfraz horrible de papá noel, de la sidra caliente y de las espinas de los rosales de mi abuela. pero que ya no estaré debajo de ningún flequillo, que mis piernas no colgarán de las sillas de hule, que ahora hasta llego a los trofeos que acumulan polvo arriba de la cómoda.
por las dudas, yolanda, no me abandones esta navidad. prometo guardarte algo de garrapiñada si te quedás al lado mío. silbame una de tus cumbias alimonadas, que tengo que sobrevivir hasta el nuevo año.

un día yolanda hablará sus palabras malas, cherry bomb, y te dirá seguramente que la dejes tranquila, que te hagas cargo de tus miedos y tus pesadillas, que ninguna cumbia llegará para salvarte. pero todavía, todavía está bien que te levantes temiendo por el plátano que ruge tan fuerte. y que la invoques, que la invoques porque allá afuera todavía llueve, y acá adentro las palabras retumban para salir.

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