No me resultan llevaderos los festejos. Me encantan las casas de los viejos, sus colores, sus estantes abarrotados de pelotudeces, sus lámparas fosforescentes y su olor estructural a sopa. Creo que me hacen acordar a las efímeras visitas que hacíamos los veranos a mi bisabuela, que vivía en el campo, cuando nos preparaba tostadas con dulce de leche en el horno a leña. La nona apenas esbozaba una sonrisa y no era muy habladora. Al poco tiempo pasó a ser un potus, y estoy segura de que estuvo sus últimos años deseando serlo de veras.
Soy muy chusma, se sabe. Camino por Munro y pispeo cada ventana, esperando encontrar una casa de viejos. Cuando encuentro una, ay de mí. A veces me quedo parada mirando para adentro, cogoteo a lo loco y entrecierro los ojos para ver más lejos, entre el cortinado. otras solo respiro hondo, siento el perfume y sigo caminando, mientras imagino historias detrás de las paredes.
Volviendo: no me resultan fáciles los festejos. Lidiar con los deseos propios, los ajenos, las papas fritas y los invitados sedientos no es lo que más me relaja en el mundo. Lo que más me relaja en el mundo, es vacacionar en lo de mi abuela. Mi abuela me espera con empanadas de jamón y queso recién salidas del horno, me abraza fuerte y aunque no sepa bien cómo comunicarse conmigo, siempre lo logra, de un modo casi mágico.
En muchas ocasiones mis festejos fueron arruinados, por mí o por terceros. Siempre alguien metió mal la pata en el plato, y después uno siempre se ve las patas sucias. Siempre alguien nunca llegó al festejo, o se quejó de que no le gustaba la comida, o vino con cara de orto o me llamó ocho veces para llegar, reprochándome -de paso cañazo- que vivo demasiado lejos. y bueno, después uno ve una piñata y llora, no?
Mañana festejo y hoy no está siendo fácil. Escribo con un nudo en la garganta y los ojos empastados, pero así y todo festejo. Mi viejo me dedica una canción en la radio y pienso que a pesar de todo y de todos, eso es exactamente lo que necesito:
1. escuchar la radio como mi abuela
2. que las personas se acuerden más de mi y menos en los festejos
3. faltarían las empanadas de jamón y queso recién horneadas, pero bueno... para eso es el festejo, no?
Hola, soy una emo y vivo en Munro. Construyo epifanías del horror los viernes a partir de las 15 hs, cuando camino a visitar a Marcos. Mis epifanías del horror me asustan, me hacen llorar y por lo general son tan placenteras que las recuerdo el resto de la semana (por capítulos), hasta el siguiente viernes de epifanías del horror. Solía parirlas en el 141, pero ahora por la 9 de Julio, entre Corrientes y Belgrano.
A la vuelta de mi casa hay una iglesia. Es lo más emo que hay en Munro, después de mí. Lo que no me gusta de las iglesias es que pretenden lavar las culpas, y las culpas son las culpas; es decir, no las arrojemos por la borda porque nos quedamos sin veleta. Pero lo que me gusta, es la parte de inventar oraciones. Así pues, oremos:

Bendita sea mi abuela, con quien pasé tardes de verano mirando culebrones en los que ellos se amaban demasiado, tanto que morían o se separaban rindiéndose ante las adversidades cínicas del mundo.
Bendita mi escuela, que me enseñó a leer a Freud, a creerle y a pensar que siempre tendría la respuesta para todo, porque aún hoy sigo buscando la continuación de mis guiones en sus obras completas.
Bendita mi madre, que me enseñó a perseverar en el afán controlador de todos los gestos y comportamientos ajenos, y a retocar los personajes hasta que se parezcan más a lo que yo quisiera de ellos, aun cuando siempre sea en vano
Bendito mi padre, el primer hombre por el que absurdamente soy capaz de dar la vida y nunca jamás dejará que lo salve, porque....acaso alguien dijo que debía ser salvado?
Benditas las epifanías del horror, los salvatajes de la muerte, y las neurosis superpoderosas
Pero sobre todo, bedito seas Munro, que albergás con indiferencia y sordidez a esta emo.
Benditas seamos las emo de Munro
Amén

los días y las horas pasan, y nosotros los mismos.
has cambiado a veces de forma, de color de tono de piel incluso la voz pudo parecer distinta,
pero somos siempre eso que queremos ser continuamente y que jamás lograremos.

todo en esta casa huele a moho y a naftalina,
es hora de que incendiemos todo y corramos como niños, huyamos de aquí y dejemos atrás los relojes, no digamos nada y pidamos nacer de nuevo

otra vez, ya lo sé,
no es que he perdido la cordura,
es el insomnio que despierta los fantasmas

pero qué si no, subvertir los mundos
destruir todo para que nazca lo nuevo,
¿no es eso lo que hemos prometido,
en ese tiempo en que lo prometíamos todo
cualquier cosa?

Pues hoy aquí es evidente: 
nada puede ser juzgado igual, 
aún siendo siempre lo mismo.

los jazmines sobre la ventana están sedientos, casi mueren a gritos y vos
acá escuchando unas palabras malas
las peores, insignificantes.

esta vez no les sentenciaré la muerte,
esta vez moriré por ellos.




instrucciones para dejar de destruirse

1- acuérdese de la última vez que lo hizo
2- deje de lamentarse por estar haciéndolo de nuevo, y deténgase. es tan fácil como dejar de respirar. sólo propóngaselo y continúe.
3- si se boicotea, vuelva al 1. y si vuelve al 1 más de dos veces, entonces olvídese de que estas instrucciones alguna vez puedan funcionar (o bien confirme si efectivamente quiere dejar de destruirse)

a b a n d o n o

-Decime yolanda, por qué insistís tanto con esas fantasías, si al final todo termina sucediendote, producto de tus artimañas para lograr que se concreten. Decime yolanda, por favor, me desesperas.

Antes no sucedía, puedo asegurarlo pero al menos desde que tengo memoria, sucede. Las luces están bajitas y ella no ve demasiado pero tampoco es que no ve nada. Ve lo justo como para confiar en que todo está allí, y en que hay cosas que podría no ver pero que efectivamente están. No le da miedo, más bien ella, temeraria -léase testaruda-, inventa historias en donde siempre termina muerta, brutalmente asesinada o acribillada en un atentado fatal, a veces aplastada debajo de un camión o lanzada al vacío desde una autopista, un avión, una torre o cualquieras cien metros de altura. Sin chances de quedar viva, el fin de la historia sí.
Otras, sueña despierta con finales terribles para sus amoríos, culebrones insalvables en donde su corazón se destroza y ya nada tiene sentido. Finalmente, decide quitarse la vida de la manera más poética y en el lugar más hostil, sola sin nada alrededor que pueda salvarla.
El resto de las veces, la mayoría, casi todas, por lo general, hace la siguiente estupidez: agarra todo lo real que encuentre, lo dispone sobre un mantel impoluto, en la mesa central de su jardín tan preciado, ordena los elementos de forma tal de que cualquier criatura que entrase en escena, se daría cuenta de que esa no es su mesa, ni su jardín, ni su vida ni su manera de disponer las cosas: es puro y absoluto teatro.
Pero ella continúa, obstinada hasta derramar sobre la mesa el vino, derrumbar el ficus sobre su cabeza, romper las copas y clavarse las astillas en sus manos, esas que apenas le permiten ahora escribir. Ha dispuesto todo de tal manera, para lograrlo. Porque si hay algo que no se permite -pero que repite hasta el hartazgo-, es el fracaso.
Yolanda sos tan eficiente y maníaca a veces y al mismo tan obvia y estúpida en tus neurosis. Todo queda hecho un caos al fin de cuentas, sin que él apareciera, sin que se haya acordado de que estabas poniendo la mesa y acomodando las cosas, sin que siquiera se haya dignado a abandonarte con todas las letras, asumiendo cada uno de los sonidos de la palabra ABANDONO.
Ahora lloras desconsolada, sos tan hipócrita, tan superficial tu teatralidad que da miedo, tanto circo para un pan tan desabrido.

-Abandoname sin culpas y andate para siempre, yolanda. todo este absurdo movimiento de emociones está mareándome y ya no sé hacia donde querés que corra. 
-Quisiera que no corras, es claro
-Corré sin culpas, abandoname sin tanta fantasía, no es necesario. Nada peor puede sucederte, te he dado la vida y he huído al instante de este teatro infame e inconducente. He huido siempre ya, no  sigas engañandonos.


me pasa siempre
que no sé si regar mis jazmines
o vestirme rápido, tomar el 140, después el 44, caminar seis cuadras con el viento del parque en la nuca
y regar los tuyos,
sólo para ir a despedirte con un beso
me pasa siempre cada noche
la rueda y el abismo y la rabia interminables,
parecen arrasar con todo,
algunas noches.

cuando todos ríen allí abajo,
acá en el submundo
de los haikus de la muerte,
los monstruos
resoplan más de esas palabras absurdas
que tanto nos gustan
pero que desoímos,

como todo eso que
pura ilusión.
(...)
Por qué seremos tan sirenas, tan reinas
abroqueladas por los infinitos marasmos del romanticismo

tan lánguidas, tan magras
Por qué tan quebradizas las ojeras, tan pajiza la ojeada
tan de reaparecer en los estanques donde hubimos de hundirnos

salpicando, chorreando la felonía de la vida
tan nauseabunda, tan errática.


(N.P.)

hoy es todo lo que hay

a veces escribo cuando lloro o esuchando una canción. así que vamos, ya veo toda la mañana acá.
ayer en el subte san valentín me tocó el culo
era gordo y medio pelado
no olía a rosas, y mucho menos flotaba entre nubes algodonadas
sudaba un líquido avinagrado y rancio
que ya había mojado toda su camisa
pero bueno, como me dijo que era san valentín,
me sentí bendecida por el amor,
y me dejé tocar el culo sin chistar
hasta que me bajé en bulnes

¿qué, no?
no vale de nada tanto humo
-y es que cuesta tan poco-

si por fin no doy el salto
y dejo de escribirle al mundo
para escribirme a mí antes que a nadie.

será que tantos borradores,
un montoncito de cursilería de muerte,
oh por dios! lo que has hecho de mí misma.

será que esas despedidas trágicas
las fantasías ridículamente crípticas
un día se harán polvo y ni yo
ojalá
pueda dar cuenta de su existencia

no llores todavía
porque seguiré acá en esta silla
mirando a la ventana más que al cielo,
durmiendome con la música hipnótica
de tu ventilador que no para,

me pregunto por qué demonios es posible
que el mundo refrende su existencia,
si vos no estás acá conmigo.
la vida es un flan de caca sólo cuando vos no estás

los días son a veces un flan de coco, otras un flan de coca y algunos un flan de caca.
flan de caca

cadaver

un pájaro se hace jaula y sobre el pavimento caliente los huesos se desparraman como las plumas del animal, que ha muerto. un hedor nauseabundo invade los departamentos, ya no hay persiana que resista ni cortina que tape eso que ya es inevitable: la tenebrosa oscuridad del cielo, su negrura infinita y vos sentado en tu balcón, tomando un trago y revolviendo con glamour dos hielos exquisitos, mirandome de refilón y acompañando la melodía del tocadiscos con tu personal perverso movimiento de rodilla. mientras te mofás de mí, yo recuerdo caigo en la cuenta, qué ilusa, qué ingenua, intenté cruzar las grandes aguas y el viento siempre en contra, cómo no vi que no había agua, que era barro y huesos y polvo y mugre y caca. cómo no me di cuenta, como lo hago en este preciso instante, de que jamás fui pájaro. de que mi cuerpo es jaula y de que son mis huesos los que se descomponen sobre el pavimento caliente, como las plumas del animal que ha muerto.

(no comprendo todavía
si mi muerte es causa o consecuencia
de tu patética salvación)

haiku del horror

ayer se hace hoy
tan pronto como los plátanos
comienzan a escupir fantasmas

al lado del ferrocarril el viejo duerme
ya no logro
cruzar ninguna de estas aguas
el galpón es grande y oscuro y
deben saberlo: tengo miedo

"...su tallo elevará los cuerpos, sus flores refrescarán la memoria y su fruto enriquecerá las almas. he aquí la inevitable salvación, la contundente trascendencia natural de los hombres"

llegué a casa y las ventanas furiosas golpeaban las paredes. el agua entraba a chorros, inundando la cocina, los sillones descosidos, el televisor prendido. subí corriendo la escalera y te busqué, yolanda, con la desesperación de quien ha perdido su brújula cósmica. pero el cielo está tan lejos y los pulmones, más ansiosos que nunca, comienzan a querer tragarse el agua. y entonces el cuerpo se mueve más rápido, los músculos, torpes y espásticos y los ojos se abren grandes, como pidiendo auxilio.

corriendo bajo las escaleras y las subo una, dos, cuatro veces. recorro cada rincón de la casa, mientras sospecho que se sigue inundando, que el agua se pasea por los pasillos, mojando mi cama, los libros, los garabatos amontonados en el piso de parquet.

me asomé al balcón y ahí estabas tan empapada, abrazada a tus flores, a todo cuanto tenías en el mundo. tus ojos cerrados parecían llorar, aunque en verdad toda vos estabas envuelta por la lluvia. quisiera poder dibujarte, yolanda, al contorno de tu cuerpo al descubrirte, tan solo si hubiera quedado algún papel sin mojarse. trazaría un círculo casi perfecto, pero débil y temeroso: tus rodillas debajo del mentón, los pies cruzados sosteniendo tu torso, los brazos abrazados a la palta, como si de ello dependiera que no se acabe el mundo. tus pelos despeinados como siempre, goteando agua y tierra y arena. no sé de qué playa habras traído la arena, a vos siempre te gusta estar en éste y otro lugar al mismo tiempo. 

te juro yolanda que temí que al tocarte, alguno de tus vértices se desvaneciera, que tus pequeños huesos se desplomaran  junto con el agua, que te pierdas en los charcos y cayeras por la escalera. oh, cuanto temí que eso ocurriera.

de pronto miré la habitación y el agua, ya se había llevado todo. nadé hasta el pasillo, para ver si todavía quedaban libros en la biblioteca, quizás podía leerte alguno de esos cuentos que tanto te gustan. ya nada quedaba a salvo. 

noté pronto que mis pulmones todavía no habían respirado, y de nuevo la desesperación, y de nuevo volví con desesperación a buscarte. tus brazos se aferraban tan fuerte a la palta, inmóvil, que con nada logré moverte.  decidí entonces que podría llenar mis pulmones con agua, que quizás no fuera tan malo. y que entonces, los libros ya no me servirían, que extrañaría andar en bicicleta y desayunar con él por las mañanas, pero que todo eso no estaba en la casa, que afortunadamente nada de eso se había ido con la tormenta. que jamás podría llevárselo. 

entonces abracé fuerte a yolanda, a la bicicleta y a los desayunos acielados, con toda la fuerza que encontré en ese insignificante rincón del planeta. escuché su llanto, y su miedo, y su desesperación de siempre y de ahora y de todos los tiempos. la protegí como pude, como nunca nadie la protegió hasta hoy, y de pronto fuimos una misma.

no sé cuanto tiempo pasó, yolanda, si unas horas o algunos meses, pero finalmente la lluvia paró. las ventanas dejaron de golpear, los libros quedaron estancados en el barro y la palta, la palta, yolanda, la palta era tan enorme que cuando miré alrededor tuve que mirar hacia abajo, porque vos, yolanda, aferrada al tallo y yo, yolanda, aferrada a vos, estabamos casi surfeando las nubes, mirando el sol salir, orgullosas de todo lo que la palta (y nosotras) había(mos) crecido esa mañana.

1 de febrero de 2012
*hora de verano del pacífico *
se acerca el día y comienza a perturbarse. marilyn baja las escaleras del hotel a los tumbos, su cabeza atravesada por la resaca y sus ojos se resisten a la luz. el babydoll está descosido, se transparenta sólo una de sus tetas; la otra, baila relajada al compás de sus sobresaltos. en una mano lleva las llaves, en la otra, la billetera. se recuesta sobre la barra, con las piernas cruzadas y su cabeza apoyada en los antebrazos. está despeinada y se hace pis, piensa. pero también piensa en decirle cosas obscenas al bartender, y entretando pide un margarita. de reojo mira el salón, con detalles ridículamente lujosos -el lujo se le hace inevitablemente ridículo, y por eso tan atrapante, piensa-, con molduras de oro y espejos polarizados. las arañas la encandilan,  entonces vuelve a entrecerrar los ojos y a mirar al bartender que le acerca ya su trago. se toma dos, luego un tercero, y finalmente un cuarto vaso. descubre el reloj enorme de marfil que hay sobre su cabeza: son las siete de la mañana. los huéspedes desayunan café con leche y medialunas y ella, ya tiene que despertar.

Marry the night

Cuando mañana despiertes, Elsa,
verás no ha sido todo tan malo.

Lady Gaga será lo más mediocre
que haya habido sobre la tierra,

y vos, vos te casarás con la noche,
al fin.

la pulpa não tem fim

a Y.J. no le dan miedo los precipicios ni las quebradas en humahuaca, aunque le da culpa comer pizza dos dias seguidos. ahora, la pulpa verdaderamente horrorosa, sobreviene cuando poda los yuyos de su jardín. arrancar las plantas de raíz y golpearlas con el rastrillo para que se salgan, las malditas, eso, le hace un agujero enorme en la panza. tan pero tan grande que, entonces, pide su tercera pizza para poder llenarlo.
 http://daindart.com.ar/home/.klavdia/daindart/daindart/wp-content/uploads/2009/11/Vista-al-mar-Varadero.jpg

- ¿y qué queres hacer cuando seas grande?- preguntó su abuela mientras le servía infinitas porciones enormes de la pasta frola que recién sacaba del horno
- coger y leer cuentos todo el día frente al mar - respondió yolanda, y se estampó en la boca la irresistible delicia de membrillo
del ring de las palabras ocúltate
-y más aún-
de la máquina ventrilocua de la salvación.


me dijo
y estaba en
lo cierto.
el verano ha pasado para yolanda. las plantas ya no viven por ella y a través; sobreviven al frío y a la niebla, se abrigan apenas con una o dos horas de un sol tibio, amargo.
el verano ha pasado para todos, aunque para pedro el parque esté igual que siempre, aunque esté lloviendo y aunque yo corra tras él, respirando como si casi me muriera en el intento, con ese sonido irreproducible de la respiración cuando ya casi no es más.
el verano ha terminado, y así y todo a veces yolanda despierta temprano y prepara el licuado, abre las ventanas congeladas por el frío, cubiertas de arañas y de moho.
entonces siente el rugido frío del viento, se  le congelan las mejillas y pronto están rojizas y más luego violetas, y entonces mira adentro y pronto ve lo oscuro, la ropa en el piso, las pastillas viejas, las fotos rotas y esa carta, esa que nunca jugó. 

el verano ha pasado y el invierno, no quiere todavía llegar.

- Su problema, entre otras cosas, es que a veces reflexiona demasiado sobre las cosas.

- Verá doctor, eso no logro evitarlo.

- Limite su lenguaje y verá que su mundo será mas sencillo; haga una prueba.

- ¿No usar más los adjetivos, por ejemplo?

- (risas) Precisamente.

todo lo que es el pan

no sé si lo he dicho las suficientes veces. no lo creo, puesto que apenas me permití pensarlo. ignoro además cuánto pude haberlo sentido, porque siempre temí sospecharlo. al fin de cuentas, después de todos mis límites y mis extrañezas, debo, a pesar de mí misma, reconocerlo: soy una amante furtiva del pan, y jamás dejaré de serlo. 
cuando se acabe el trigo, amasaré con arcilla cada uno de los granos, para después molerlos entre mis dientes, que estarán gastados y serán ya pocos. cuando no haya más agua, exprimiré mis plantas para que derramen sus sales y sus líquidos sobre la virgen harina, que esperará con calma dentro de un cuenco de oro. cuando todas las levaduras del mundo hayan muerto, cultivaré bacterias y hongos debajo de mi almohada, hasta que alguno nos haga levitar, a mí y al cuenco, algunas horas al día. y si alguna vez llegara a desaparecer el fuego, juro que volaré tan alto hasta poder hornear con el propio sol, así tenga que quemar mis yemas sosteniendo el sagrado alimento.
todo lo que es el pan, que no se termine nunca. o el mundo se las tendrá que ver conmigo...
se obsesiona con la muerte, es cierto. pero es que marta la mira, obsesionada también ella, desde la medianera. y entonces sabe que el final ha llegado, y que pronto subirá al cielo.

bueno, es hora de que despiertes. de que dejes ya de pensar en tanta caca y de que vamos, pronto, te hagas cargo ya de tus días.

comienza entonces con lo de la tuberculosis otra vez de nuevo y con que nadie vendrá a cuidarla,
a despedirla siquiera con un abrazo infinito, a tomarle una instantánea en su lecho moribundo.

bien, he aquí tu inevitable destino: dormirás sola hoy y mañana, vivirás infinitamente, te levantarás despeinada como siempre y te dolerán los huesos unos cuantos días más, hasta que creas que morirás y que ya nadie vendrá a cuidarte, a despedirte siquiera con un abrazo infinito, a tomarte una instantánea en tu lecho moribundo. entonces JA, serás tan graciosa -lo sos cada vez que te repites. sumergida en un desparpajo de risas, verás que marta sigue agazapada sobre el muro, y que con sus lentos maullidos, ella -también se ríe de vos.
soñó la niña mala que él moría, que apoltronado en un ataúd macabro, la miraba retorcido, con los ojos abiertos y los labios blancos. soñó que la iglesia se llenaba de gente, que la sobredosis habría sido mortal.
agarró entonces los aerosoles, pintó las paredes con sus recuerdos, y sacó todo afuera lo que ha de haber dentro.

al fin pudo olvidar la niña mala, enterró su furia, rompió el espejo
y cuando despertó, el sueño que había
ya no era no fue no habría sido
sino un asesinato.
estimado asesino, lea con detenimiento esta carta antes de apuñalarme esta noche.concédamelo como mi último deseo.

soy tan tierna cuando duermo, ¿verdad? vea usted que no uso casi ropa, y que enrrollo las sábanas entre mis piernas, porque en los pies siempre tengo frío. sé que estoy despeinada, que en mis pelos viven las pulgas, esas que pican cada mañana cuando bajo a la cocina, cuando preparo el té antes de dormirme, cuando escribo, con sudor, esta carta póstuma.
quisiera que no tome con levedad mi asesinato. deténgase al menos unos segundos a pensar lo que está haciendo. no es que mi muerte pueda cambiar el curso de la historia, es que más bien que quisiera que esta historia cambie en algo el curso de mi muerte.
quizás nadie se entere, es cierto, pero sé que mis plantas sufrirán más que nadie mi ausencia. sepa que quisiera que ellas vivan, y que no tienen la culpa de nada de lo que yo haya hecho. réguelas todos los días, o instruya a alguien para que lo haga. las flores deben tener siempre la tierra húmeda, ha de esperar a que se seque y entonces echar sobre ellas un poco de agua, sin ahogarlas. déjelas al sol, pero cuide que no se quemen. hábleles, póngales música cada tarde, ellas así crecen con más fuerza cada día.
mantenga mis libros desordenados, y deje también mis trapos tirados en el piso, si no juan creerá que nadie habita este cuarto, y temo que se de cuenta de que yo ya no. 
no se lo diga nunca, se so suplico. no quisiera que se entere que una noche usted vino y me apuñaló en silencio, sin haberlo saludado antes. sin haberle dicho todo lo que lo quiero, todo lo que planeaba para nuestra isla, todo lo que tejía mientras él no estaba. dígale, si es posible, cada mañana lo lindo que es cuando se despierta, lo hermoso que huele, lo dulce que son sus besos. prepárele el desayuno con todo el amor del mundo, como si fuera él el amor de su vida misma, como si quisiera retenerlo eternamente. le pediría incluso que duerma con él la siesta, que lo abrace mientras se duerme, sobre todo si llueve y los truenos hacen temblar las paredes, como esta noche. pero claro, se lo pediría si fuera usted una persona más linda, si tuviera en sus ojos algo más que la venganza latente. así que mejor no le haga nada, no lo toque ni lo mire, no se atreva siquiera a acercársele, o se las tendrá que ver conmigo.
verá, no tengo mucho más que pedirle. puede tomar cualquiera de mis cosas, siempre y cuando las use y las devuelva, para que otra persona pueda tomarlas más luego.
tengo en un cajón algunas fotos graciosas, que puede revisar si algún día está triste, si quiere sonreir por un momento, si quiere olvidarse de eso tan feo. incluso de esto, tan feo.
abra mi placard, reparta mis zapatillas entre aquellos que calcen 40. no quisiera que semejante acumulación originaria se desaproveche, que caigan en el olvido esos objetos que colecciono con tanta obsesión, que adoro con cada uña de mi cuerpo.
escuche toda la música que tengo, verá que es mucha y tan linda.
he de tener un blog, eso también debe saberlo. allí sólo escribo de vez en cuando, nada relevante para el mundo, más bien algunos gestos de mi pulsión de vida, incluso a veces los de mi muerte.
sepa usted, al fin, que está asesinando a una heroína. he salvado plantas, animales y personas, y sobre todo, he aprendido a salvarme a mí misma. o al menos, eso creía hasta esta noche.
ahora sí, ha de matarme. pero sepa, que no ha logrado tomarme por sorpresa. reflexione usted si, ahora, realmente vale la pena asesinarme.
he creído en lo imposible
mientras sospechaba del tiempo
he susurrado palabras malas,
las he escrito con fuego
sobre la piel descompuesta
de esas criaturas monstruosas

he destrozado algunas veces
varias quizás
-no interrumpa-
esas fotos color sepia que guardaba usté en su cómoda
con tanto amor por un pasado rancio,
más por el tiempo que por las cosas

he sobrevolado esos precipicios
desde donde me tiraba cuando chica
después, claro,
de haber muerto varias veces

he trepado sus paredes
arañando los ladrillos
hundidas mis uñas en el adobe

pero
sepa usted que sí estoy viva,
que no ha podido vencerme
y que tampoco yo me he
-aún-
destruído

que mis uñas aún crecen,
y que mis pies todavía
recuerdan cómo volar

y aquí voy,
otra vez de nuevo

Instrucciones para (no) morir de amor


1. Gire usted su cabeza hacia la derecha, sobre la línea de traslación y no de rotación
2. Intente leer las letras azucaradas. Inténtelo las veces que le sean necesarias, hasta lograrlo. Si no sabe leer, pida ayuda a algún artefacto cercano, y prosiga con el paso 4.
3. Léalas tres o cuatro veces, hasta descubrir la palabra dulce. No la palabra "dulce", sino la dulce palabra, entiéndase.
4. Recítela unas cuantas veces: "cielito", "cielito", etc. Repita la palabra tantas veces como su cerebro pueda reconocerla sin extrañarse.
5. Cuando ya no entienda de qué palabra se trata, deténgase.
6. Cierre los ojos, respire hondo y disfrute del sabor dulce que bajó al abrise la glotis para pronunciar la primera sílaba, atravesando el esófago junto a la segunda, y filtrándose entre las costillas una vez que dio voz a la tercera. Pronto, sentirá que la palabra se hunde violentamente en su corazón.
7. Atención: está usted al borde de un paro cardio-respiratorio. Verá: la glucosa molestará un rato en el pecho, hasta amigarse con las paredes viscosas de su corazón intrépido, así que no desespere. Siéntese al lado de una ventana, si es posible florida, de manera tal que el aroma de los jazmines le confirmen que está usted todavía vivo.
8. Intente volver al paso 4, y prosiga con los siguientes, hasta que crea haber sufrido entre ocho o diez infartos, o hasta que los jazmines pierdan todo su aroma.
8. Disfrute, usted ahora lleva en sus venas la sangre dulce del amor.

(dedicado a maría lluvia, narradora de instrucciones memorables)
se inundó la casa y nada quedó a salvo
excepto nosotros
que cuando nos soltamos de un abrazo tan eterno
tan fuera del tiempo de las tormentas
y tan dentro del tiempo de los comienzos,
escuchamos a ícaro mover su alas
y acercarse al sol mientras
cantaba nuestras fantasías
y abría el cielo en dos mitades perfectas
allí mismo,
ante nuestros ojos ya no tan empapados
"...su tallo elevará los cuerpos, sus flores refrescarán la memoria y su fruto enriquecerá las almas. he aquí la inevitable salvación, la contundente trascendencia natural de los hombres"

llegué a casa y las ventanas furiosas golpeaban las paredes. el agua entraba a chorros, inundando la cocina, los sillones descosidos, el televisor prendido. subí corriendo la escalera y te busqué, yolanda, con la desesperación de quien ha perdido su brújula cósmica. pero el cielo está tan lejos y los pulmones, más ansiosos que nunca, comienzan a querer tragarse el agua. y entonces el cuerpo se mueve más rápido, los músculos, torpes y espásticos y los ojos se abren grandes, como pidiendo auxilio.

corriendo bajo las escaleras y las subo una, dos, cuatro veces. recorro cada rincón de la casa, mientras sospecho que se sigue inundando, que el agua se pasea por los pasillos, mojando mi cama, los libros, los garabatos amontonados en el piso de parquet.

me asomé al balcón y ahí estabas tan empapada, abrazada a tus flores, a todo cuanto tenías en el mundo. tus ojos cerrados parecían llorar, aunque en verdad toda vos estabas envuelta por la lluvia. quisiera poder dibujarte, yolanda, al contorno de tu cuerpo al descubrirte, tan solo si hubiera quedado algún papel sin mojarse. trazaría un círculo casi perfecto, pero débil y temeroso: tus rodillas debajo del mentón, los pies cruzados sosteniendo tu torso, los brazos abrazados a la palta, como si de ello dependiera que no se acabe el mundo. tus pelos despeinados como siempre, goteando agua y tierra y arena. no sé de qué playa habras traído la arena, a vos siempre te gusta estar en éste y otro lugar al mismo tiempo. 

te juro yolanda que temí que al tocarte, alguno de tus vértices se desvaneciera, que tus pequeños huesos se desplomaran  junto con el agua, que te pierdas en los charcos y cayeras por la escalera. oh, cuanto temí que eso ocurriera.

de pronto miré la habitación y el agua, ya se había llevado todo. nadé hasta el pasillo, para ver si todavía quedaban libros en la biblioteca, quizás podía leerte alguno de esos cuentos que tanto te gustan. ya nada quedaba a salvo. 

noté pronto que mis pulmones todavía no habían respirado, y de nuevo la desesperación, y de nuevo volví con desesperación a buscarte. tus brazos se aferraban tan fuerte a la palta, inmóvil, que con nada logré moverte.  decidí entonces que podría llenar mis pulmones con agua, que quizás no fuera tan malo. y que entonces, los libros ya no me servirían, que extrañaría andar en bicicleta y desayunar con él por las mañanas, pero que todo eso no estaba en la casa, que afortunadamente nada de eso se había ido con la tormenta. que jamás podría llevárselo. 

entonces abracé fuerte a yolanda, a la bicicleta y a los desayunos acielados, con toda la fuerza que encontré en ese insignificante rincón del planeta. escuché su llanto, y su miedo, y su desesperación de siempre y de ahora y de todos los tiempos. la protegí como pude, como nunca nadie la protegió hasta hoy, y de pronto fuimos una misma.

no sé cuanto tiempo pasó, yolanda, si unas horas o algunos meses, pero finalmente la lluvia paró. las ventanas dejaron de golpear, los libros quedaron estancados en el barro y la palta, la palta, yolanda, la palta era tan enorme que cuando miré alrededor tuve que mirar hacia abajo, porque vos, yolanda, aferrada al tallo y yo, yolanda, aferrada a vos, estabamos casi surfeando las nubes, mirando el sol salir, orgullosas de todo lo que la palta (y nosotras) había(mos) crecido esa mañana.

1 de febrero de 2012
*hora de verano del pacífico *
he dado el salto
invoqué al dragón y aquí vino,
ni al drogón, ni al vino
que vino el dragón,
que vino.

que sus escamas acariciaron mis sienes
que en la cama me acariciaron cien veces
que en cien camas me acariciaron,
pero que nunca con calma.

que de su boca salieron llamas, como suspiros.
que sus llamas, en mi boca, rebotaban.
que con suspiros todo el fuego se apagaba.

que invocaré al dragón una y mil veces,
porque ha renacido el loto,
porque entre los escombros mi jardín al fin florece:
bienvenido dragón y hasta siempre.


juancho,
no sabés qué tragedia, cuando llegué a mi balcón la maceta larga con flores habíase caído al piso, las flores estaban sepultadas debajo de la tierra, tuve que hundir mis dedos y revolver para salvar algunos de sus pétalos. si sólo supieran cuanto las quería, hace tan poco pero demasiado. volví a ponerlas juntas, una al lado de la otra, las regué para que la tierra humedecida las sostenga, y les puse música. estoy sentada frente a ellas hace dos horas, y les canto para que se alegren, pero sus hojas aún están tristes. el viento está llegando, así que quizás antes de dormir la siesta las entre, para que descansen del susto.


habría sido mi primer rescate,
y eso sería lindo sólo si
cuando me despertase de la siesta
los capullos hubieran florecido
otra vez.


hasta mañana

así da gusto que se acabe el mundo

tres cosas insólitas que le alegraron la mañana a juan: 
1- la mermelada de pera de mi abuela
2- el horóscopo diario (y el semanal)
3- la mazzocco esperándolo en la puerta de los crocantes, "radiante, vestido negro entallado en la cintura y sin hijitos".

tres cosas insólitas que alegraron mi mañana: 
1- la mermelada de pera de mi abuela
2- el pronóstico del tiempo en san fernando
3- el borracho en el cordón de la vereda -también radiante él (y yo)- y cuando paso: ¿te dije que te quiero mucho? me acordé de las patadas y de los garrotazos, y le contesté que yo también. sonrió y balbuceó con esfuerzo un feliz 2012.


yolanda lava los platos apresurada muy para terminar rápido y comenzar de nuevo pero yolanda no seas tan atormentada son sólo platos, podrías lastimarte ay! ahí está la gota de sangre, tu dedo debajo del chorro de agua hirviendo y pronto las lágrimas y entonces no lo lograste, de nuevo las cosas sin terminar y nada empieza de nuevo otra vez el dolor y el pecho que se te cierra y alguien que viene a ayudarte y vos que no querés ayuda y que entonces bueno a veces es lindo que estés cerca a veces es lindo que me ayudes pero cuidado que en la sangre tengo peces de agua salada, que no se vayan por la canilla, que no se pierdan entre los vidrios, que luego no saben cómo volver a casa.

a veces creo, yolanda, que sólo sangras para confirmar que allí dentro no se acabó la sangre, que los peces salen para ver cómo es todo afuera, todo eso de lo que te quejás tanto, todo eso que te atormenta pero ay, no seas tan así yolanda, ya no te soporto, es mentira que afuera hay viento fuerte y hay lluvia y rayos que te parten sí, ya se que después los peces quieren volverse-te adentro, pero es sólo porque vos les das oxígeno y les das calor y les das...

ay yolanda, si tan sólo pudieras dejar que se te acerquen sin que haya vidrios de por medio, si tan sólo te dejaras acariciar sin la sangre que chorrea, sin tus lágrimas encarnadas, sin todo eso que tiñe de colores pálidos tu historia, que la hacen viva pero que también la matan cada vez...

si tan sólo, yolanda, dejaras de arruinar todo para poder empezar de nuevo, los platos quedarían limpios, los peces nadarían tranquilos y vos, vos yolanda, podrías recostarte sobre mí sin tantas excusas.

niñaturas. parte II

despertarme con la música del plátano, y del viento, y de ese pajarito que conozco tan bien pero del que no sé el nombre. tranquila bicho, estás acá. pero es que a veces quiero estar allá eh. a veces me gusta despertarme, oír también el clic-clac-clic-clac de aquel no éste ventilador, mirar por la ventana el cielo blanco y ver que las ramas tupidas se ladean hacia todos lados, como si quisieran caerse sobre mí, aplastar las pesadillas que tuve anoche, abonar las que vendrán mañana y despeinarme un poco más, como siempre, como hace tanto.
claro que cuando me despierto, recuerdo que ya casi es navidad y que pronto de veras estaré allá. que mi abuelo no, pero que el ventilador sí, y más ruidoso que nunca, mucho más que el año pasado. que las revistas no van a poder distraerme del pan dulce casero, del disfraz horrible de papá noel, de la sidra caliente y de las espinas de los rosales de mi abuela. pero que ya no estaré debajo de ningún flequillo, que mis piernas no colgarán de las sillas de hule, que ahora hasta llego a los trofeos que acumulan polvo arriba de la cómoda.
por las dudas, yolanda, no me abandones esta navidad. prometo guardarte algo de garrapiñada si te quedás al lado mío. silbame una de tus cumbias alimonadas, que tengo que sobrevivir hasta el nuevo año.

un día yolanda hablará sus palabras malas, cherry bomb, y te dirá seguramente que la dejes tranquila, que te hagas cargo de tus miedos y tus pesadillas, que ninguna cumbia llegará para salvarte. pero todavía, todavía está bien que te levantes temiendo por el plátano que ruge tan fuerte. y que la invoques, que la invoques porque allá afuera todavía llueve, y acá adentro las palabras retumban para salir.
querido (?) papá noel:

dejá de traerme barbies, ya viste que nunca juego con ellas. este año quisiera que me traigas un trabajo que me permita pagar todas las deudas que contraje con la mafia china hoy, que fui a pasear a juramento y arribeños y no pude contenerme de comprar la mitad de las cosas ridículas que vi en cada bazar. también uno que no me haga pagar la horrorosa cena de fin de año a la que nunca quise ir, y por la que volví empapada a casa a la una de la mañana, sin plata y con hambre. sí, ya sé que tiene aire acondicionado, pero prefiero el calor de afuera al frío de adentro. sí, si es en el mar me vendría joya. incluso, si querés traerme una malla nueva, creo que podría aprender rápido eso de la respiración boca a boca.
odio tu barba y tus renos y tu traje de paño rojo (puaj) y tu nieve y tus pinos que acá no existen. me caerías mejor si anduvieses en patas y te atases ese pelo, si fumaras porro y tomaras uvita fiesta. igual espero que no te ofendas, y que de una vez por todas te dignes a darme pelota. no quiero bombachas rosas ni muñecas perfectas ni perfumes importados. 

sólo quiero enredarme en las olas.

apocalipsis now

Leo: No te sientas culpable por nada, recuerda que Dios siempre pone pruebas en nuestro camino. Simplemente toma el aprendizaje para mejorar

ilusa de mí, que creía en los astros hasta que un día, apareció Dios. que me devuelvan el dinero.
entre tantas cajas y cartas viejas,
entre las fotos y los libros rotos,
me acordé cómo se hacía la vuelta carnero.

también me acordé de tu cumpleaños,
de que falta poco, de que hace tanto.
encontré tu perro, tu guitarra y tus zapatillas deshilachadas
casi sentí el olor de tu pelo, me zambullí perezosa en tus sábanas,
me hice un bollito y pedí auxilio.

no me gusta revolver mucho,
no esperaba encontrarte allí, entre tantas cosas.
te descarté, es cierto.
tiré tus cartas,
tiré tus fotos,
tiré tu cumpleaños, tu perro, tu guitarra y tus zapatillas.
hice el esfuerzo de olvidarme de tu pelo, de tus sábanas y de tu música.
tiré todo, derroché incluso las lágrimas que hace tanto no dejaba que salgan.
inundé mi pequeño corazón de agua salada,
ahogué los pececitos que lo habitan,
cerré los ojos y te dejé ir.

lo bueno es que recordé cómo hacer la vuelta carnero.
lo malo, es que en realidad
después de haberlo tirado todo,
sólo pude recordar cómo rolar hacia atrás.

cosas que una encuentra revolviendo

hola, qué tal ? bueno, esta notita debería haberte llegado hace rato, pero por algunas cosas de la vida terminé escribiéndola en un momento un tanto especial...más que felices fiestas, me gustaría decirte otras cosas. como que te quiero hasta el rabito del infinito, que sos lo más importante y lindo que tengo, y que se me revuelve la panza cada vez que estás cerca. vamos a salir adelante, y si no, que sea lo mejor...cuando termines de leer, ¿me das un beso?
feliz año
I

los adoquines son muy pintorescos, pero también muy traicioneros. yolanda caminaba despacio, como si nadie la siguiera -siempre supo que estaba buscándola, pero no sospechaba que estaba por encontrarla. cada tres pasos, sus tacos aguja se enredaban entre las piedras, se calzaban como empacados. entonces yolanda maniobraba, movía elegantemente sus rodillas como si estuviera bailando un tango, y cuando al fin lograba rescatar el zapato, daba otro paso. y así.
había llovido, y los adoquines estaban brillantes. reflejaban las luces de los autos, los faroles de la plaza, hasta la bombacha que yolanda estrenaba debajo de su pollera con volados. a yolanda le gustaban los volados, como a morena. los volados son tu cumbia, yolanda, y también tu glamour decía morena cuando algunas tardes se juntaban a inventar collares de perlas.
caminó unas cuantas cuadras, tantas como sus tacos aguja se lo permitieron. y en una esquina se detuvo. mi corazón se paró, morí por un instante, y volví a nacer cuando confirmé que no, no me había descubierto todavía. 
se sentó en el cordón de la vereda, con las piernas abiertas. nunca te vi tan linda, yolanda, y hubiera jurado que eras de las que se sientan con las piernas abiertas, que se te ve la bombacha y qué más da, si total no tenés nada malo que esconder. 
sus ojos estaban calmos, pero tristes. miraba para todos lados y yo, me escondía entre las azucenas. los hombres pasaban a su lado, se detenían a mirar sus tetas. ella les clavaba sus ojos negros, fulminantes, y huían. tan cobardes ustedes, ratas inmundas susurraba por lo bajo. gritales yolanda, no temas.
descubrí que esperaba a alguien: sus manos temblaban como dos papeles y sus labios, debajo del rouge colorado, estaban azules y fríos. sus rodillas no paraban de bailar, de moverse como si también buscaran algo.
estuvo allí algunas horas, sin que sus dedos dejaran de moverse, sin que sus ojos buscaran a alguien, sin que sus piernas se amigaran. y los tacos que seguían empacados.

volvió a llover, como hacía un rato. yolanda se mantuvo quieta, como si nada sucediera. pronto sus pelos despeinados goteaban sobre el escote. su rimel estaba corrido como el de maría cuando se levanta, sí, así mismo. llovía tanto y yolanda tan mojada, que dudé si no estaría llorando. sus ojos abiertos y enormes como los faroles de la plaza, tan húmedos ellos, tan esperando, como yolanda, como sus rodillas, como yo entre las azucenas. llorá yolanda, nada peor puede pasarte. quizás no venga, seguramente te abandone de nuevo, como ayer y como mañana. 

ojalá supieras que entre las azucenas, alguien piensa lo bonita que estás esta noche.
bajita el agua, tanto, que tus pies se hunden en el fango. poco a poco se vuelven barro, tal vez. sus dedos, que solían estar solos, ahora se unen como nunca, se pegan uno al lado del otro en fila para nunca volver a separarse. cuando lográs deslizarlos y sobrevolar el suelo, el agua te inunda la panza, tus tripas se ablandan y se humedecen, apuesto a que cambian de color. los pulmones se llenan de aire y ahí vas. 
jugás con las burbujas debajo del agua, de esa que no te deja ver pero te deja tocar. los peces más pequeños puede que se metan en tus oídos, y que pronto huyan espantados, no quieren saber nada con lo que hay allí adentro. pero ahí adentro ahora hay sol, hay viento que chilla finito, que casi susurra canciones, que a veces se calla y otras aturde.
de pronto la costa está lejos, las cosas se hicieron diminutas, casi dejaron de existir. el mundo tan gigante y vos ahora tan sola. el fango se presiente por debajo, pesado, oscuro y tenebroso. las manos bailan y hacen dibujos con la espuma, dejando extrañas formas sobre tu panza. el obligo se vuelve un pequeño cuenco a donde vienen a tomar agua las gaviotas, mientras te hacen cosquillas. y entoncés te retorcés despacio, y te reís: la boca se abre grande, los ojos se achinan como encandilados con el sol. el agua entra, irrespetuosa. navega a través de tu garganta, rápido llega a los pulmones. y entonces ya no son pulmones: son branquias. la boca vuelve a cerrarse, tus ojos se abren de nuevo, tan grandes como dos perlas, las pestañas gotean sobre tu frente.
alrededor, las aguas abiertas. allá lejos alguien te espera, allá mismo alguien te olvida. entonces pensas en no volver, en quedarte ahicito para siempre, flotando sobre el fango, alimentando a las gaviotas, nutriendote del sol y del agua espesa.
pero a veces el viento te devuelve, no te extrañes. de repente la costa de nuevo cerca, y tus aletas y tus branquias ya no sirven. y entonces la desesperación, la triste desolación de llegar, de haber vuelto y ya no poder respirar.
pero ahí estoy yo, con un tarrito con agua para mantenerte húmeda, con mis manos llenas de barro para que no pierdas los sentidos. no vuelvas al agua, no ahora. quedate conmigo un ratito y juguemos a que los dos somos niños peces.
era ella una mujer tan fuerte, que cuando lloraba se desarmaba, como se desintegran los árboles con las tormentas, como se derrumban las torres cuando las olas arrasan con todo, como se suicidan los héroes cuando su hechizo se desvanece, cuando su magia siempre tanto y ahora nada. 
sus ojos claros, llenos de lágrimas, tan espesas ellas, tan oscuras y turbias, que no dejaban ver el fondo del mar, eso que a mi siempre me calmaba. su llanto duraba un segundo, quizás menos. y ahí de nuevo, la mujer fuerte, el roble maduro, la torre indestructible, la heroína sobrenatural.
yo no le temo a las tormentas, eso es sabido. tampoco a los monstruos, será porque los tengo -muchos- dentro. pero cuando la catástrofe se avecina en sus ojos, cuando insinúa siquiera un flaqueo en su inderrumbable temple, entonces ahí tiemblo. mis manos se vuelven tan chiquitas, y mis brazos tan pequeños como cuando (no) jugaba con las muñecas. ahora mi abrazo no alcanza a rodear su espalda, ni si quiera su delgado cuello. entonces vení, acostate sobre mis piernas, que mientras llorás espanto a tus monstruos, los míos son más fuertes y podrán darles batalla.


¿podrán?
querida mathilde:
hoy leí mucho en francés. me acordé de tus palabras, tuve que leer en voz alta para poder recordar los sonidos dulces de tu lengua. heme aquí escribiendo en castellano, pero te juro que yolanda, por favor, hacé que estas chicas que hablan en inglés en la cocina se callen, que cierren sus bocotas que ya no las aguanto, que gritan como marranas, como si alguien se hubiera comido su mantequilla de maní sigo pensando en francés.
estoy haciendo mis valijas, no puse hasta ahora muchas cosas: mi bikini, un pullover tan feo de mi abuela, y unos anteojos de sol, que se me rompieron esta tarde cuando volvía distraída del mercado. ya sé que allá hace frío, no estoy loca. te dije que llevo un pullover. pero te llevo también un poco de verano, no seas egoísta.
cuando termine de empacar, empiezo con el avión. tengo planeado qué modelo voy a hacer y todo, pensé incluso en los colores flúor con los que voy a pintarlo. será de un papel tan suave como los damascos, como esos que dejaste un día hechos jalea.
estate atenta, mirá mucho el cielo. que desde alguna estrella te estoy abrazando.
à bientôt,
la cerise
Capítulo 3: no importan los resultados, lo que importan son las ganas


hubo una vez, que eran cuatro en la casa. francesita, cuánto te extrañamos, cuánto nos acordamos de tu creme brulée, de tu política, de tus canciones y tu bicicleta voladora. aquella noche, retozaban todas ellas en la terraza. el calor rompía el aire, la pelopincho casi vacía, nunca redonda, siempre deforme. las plantas todavía no todas muertas. la ropa, esperando secarse, podía haber pasado hasta una semana allí, tomando el olor de cada día: el lunes asado, el martes lluvia, el miércoles granizo, el jueves viento con cenizas, el viernes de nuevo asado y...
-che, alguien vió mi jean, mi remera verde a rayas, mi musculosa gris y mi bata floreada?
-(ojalá se hayan afanado la bata floreada de la soga) está todo tendido, me parece, en la terraza...


y ahí estaban las cuatro, maría con la guitarra, todojunto con el maní, cherry con la cerveza y la francesita con la cámara, registrando lo que -todavía no sabían- sería un momento histórico para la liberación femenina (¿femenina? la liberacíón será inter-trans-homo-heterosex o no será, qué va).

las versiones sobre el nacimiento del "Frente de Mujeres Libertarias Consecuentes con sus Ganas" (aka Fre.Mu.Li. C.G.) son disímiles, y el campo popular ha hecho de cada una de ellas un mito de fundación, reconocidos todos por el frente en cuestión.

podrá decirse que la francesita, cherry, maría y todojunto compartían esa noche algunos moretones, producto de su batalla interminable con el des-amor. lo aceptan, y con orgullo. podrá decirse, también, que estaban despechadas. lo niegan rotundamente. deberá decirse, en verdad, que esas cuatro mujeres esa noche se convirtieron en una, que sus desengaños convergieron en un mágico ritual sanador, alimentado por la cerveza y el maní salado, y que con las patas en el agua supieron que era necesario fundar algo nuevo. que no importaban los moretones, que no importaban los resultados, proclamaron, que a las ganas hay que serles consecuentes, carajo, que este mundo es aburrido si no hay riesgo, que los que se asustan construyan castillos en el aire, que nosotras no le tenemos miedo a la tierra, ni a los monstruos, ni a los hombres malditos que tanto nos gustan, ni al amor más doloroso que clava sus sagradas espinas en nuestros estómagos,  que tampoco le tememos a las tormentas que inundan nuestra casa, que se la lleven al río si así lo quieren, que nosotras iremos con ella, nadaremos lastimadas o relucientes, con el rimel corrido o con los brillantes puestos, pero que nadaremos, que nadie dude de que nadaremos hasta que las olas se den por vencidas.

la casa inundada por el agua turbia de la pelopincho sin forma, impregnadas sus paredes de la humedad sofocante del verano en buenos aires, se convirtió esa noche en la flamante sede fundacional de un movimiento de masas. la regional San Telmo fue pionera en consignas de lucha, en panfletos libertarios, en graffities combativos, en stickers rebeldes, en creatividad gráfica al servicio de la pelea antipatriarcal. todavía no tomaron las armas, dicen, pero yo no les creo. toman las armas cada día, cuando en su espejo admiran sus bigotes, cuando se depilan delante de toto, y mucho más, cuando no lo hacen. cuando le golpean fuerte a las paredes, hasta hacer sangrar sus puños. subite al ring de las palabras si sos tan ruda, cherry bomb, grita todojunto. y con razón. enseñame una de tus canciones combativas, maría, que quiero exorcizar las palabras malas que habitan okupan mi panza. 

como sea, la que se cae se levanta. y no teme: arremete. arremente contra este mundo desganado, inconsecuente, hipócrita y cobarde.

seremos millones, y venceremos. cuando el fremuli avanza el patriarcado retrocede. ni un paso atrás.
tenía cinco plantas nuevas, que en realidad todavía no eran plantas. su responsabilidad, de hecho, era que finalmente lo fueran. cuánta responsabilidad para alguien tan pequeño, dirás, mirtha, y tendrá usté razón. pero esas cinco plantas no necesitaban tanto más que agua y canciones de amor, cada mañana, antes de que el sol caliente la tierra y después de que perdiera la humedad de ayer. a veces las acomodaba en círculo, una al lado de la otra, que se toquen para que no se sientan solas, y bueno si alguna se caía, pues entonces levantala, ponela de pie, no dejes que la tierra se caiga, que la semilla se seque, que la planta muera. yolanda, no la dejes. 

a veces creía que las plantas crecerían con el pensamiento. no subía a regarlas, le costaba demasiado esfuerzo; y sin embargo dedicaba largos ratos de la mañana a pensar en ellas. las imaginaba creciendo, rompiendo la tierra con toda la fuerza del universo, sacando sus primeras extremidades de vida, todavía tiernas pero tan fuertes, tan fuertes que podrían destrozar cualquier muralla. bueno, eso al menos imaginaba. y verdaderamente creía, estaba convencido, de que eso bastaba para que sucediera. los actos de psicomagia no existen, son puras mentiras, dirás, mirtha. pero te juro que podrías algún día llegar a creer que con semejantes pensamientos, tan dulces y reales ellos, las cinco plantas nuevas podrían convertirse en tales.  algún día lejano, sí, claro. en serio, creerás que una mañana finalmente agrietarán la tierra, que verán por primera vez la luz del sol, que lo saludarán hoy y hasta siempre, y que pronto serán plantas, luego arbustos frondosos, y que un día, como él deseaba, serían árboles con una casita en la copa. allí prepararía el té, y la invitaría a ella a merendar los domingos a la tarde. 

¿no crees, mirtha, todo lo que te digo? pobre de tí, que seguirás tomando agua mineral en tu pileta, mientras él y yolanda, con su innegable pequeñez y su imaginación tan enorme, tomarán el té en la casita del árbol. 
a veces cuando la sacuden, sus moretones violetas se vuelven púrpura, marrones tan negros ellos. cuando le gritan fuerte mirtha no me grites, sacudime del espanto, pero no me hagas hablar, te lo pido por favor, no quiero escucharte, el polvillo inherte de sus palabras malas cae, como caen pocas las monedas, cuando sus espásticos movimientos convulsionan ocultas las tristezas. si alguna vez pudiera usted verla, lo juro, lloraría del espanto. sus pupilas congeladas como una muerta, su piel traslúcida, repleta de rasguños que todavía sangran, sus venas grandes, hinchadas, gigantes ellas pero azules, recorridas por hormigas, habitadas por vampiros, viera usté. sacúdala, reviéntela, estrújela contra el piso, salte sobre ella mil veces si es necesario, pero despiértala. ey, ¡despierta! que ya es tarde y yolanda no llegará para salvarte.
sólo una salvación me es posible:

la bolsa de box
el sol se convierte en nube, la nube se convierte en lluvia, la lluvia y pronto anochece, y la nieve hasta las rodillas y luego la niebla y las cenizas, y entonces ya no veo, sólo escucho. qué bueno que no te veo, y qué bueno: ya no te escucho. no me hables ni me preguntes, basta! he dicho basta, y esta vez quiero que me obedezcas. y de nuevo sale el sol y ahí sigo yo, con los ojos cerrados de tanto no (querer) ver, y mis rodillas todavía tiemblan.
Capítulo 2: qué carajo es un hecho social


éste me está tocando el orto, se cree que soy pelotuda? cherry se da vuelta con toda la furia de una leona, saca los dientes y prepara el escupitajo. graciadió, el instinto animal corre por sus venas rápido, pero más lento que su racionalidad -todavía. cuando vió que detrás de ella la babosa patriarcal no era tal, que era una vieja paqueta con cartera de cocodrilo, y que avanzaba cual topadora, a los codazos, para bajar en tribunales, se contuvo. el escupitajo en el cocodrilo hubiera causado gran revuelo, qué bueno que se calmó. quiero llegar a casa, no aguanto, no aguanto... respira hondo, tararea una canción, y casi sin darse cuenta, ahí está de nuevo.
- aaaaaaaaaaaaaaaahh
- maría! qué hacés?
- ayudame
- pero te estás lastimando! dejame a mí
ajá. cherry tiró todo en el piso, su mochila, su campera, su paraguas y sus auriculares -será que siempre tuvo alma de guardavidas, ella (?)- y auxilió. hasta que no pudo más.
-no puedo maría, perdón
todojunto acude a la escena, cual guardavidas de la playa de al lado, pero en pijamas. Interrumpe la charla tan amorosa que estaba teniendo en la cocina con toto, y corre como si los huevos duros se le estuvieran pasando. me atrevería a decir que tenía casi entrenada esa corridita. toto se queda mirando el rescate absorto, con el mate en una mano y la medialuna en la otra.

en la biblioteca de la casa los libros están mezclados. alguna vez supieron estar ordenados por género, pero la avidez lectora de las habitantas y de algún que otro visitante de la casa, hicieron que pronto tomaran cualquier lugar en cualquier estante, y que ya a nadie le molestara. digamos que no perturba la neurosis obsesivo-compulsiva de cherry, ni la de todojunto, y mucho menos la de maría.
pero hay tres libros que han permanecido juntos los dos años. ay de ellos, que de tan iguales son uno solo. jamás se separaron, aún cuando cambiaron de estante: *las reglas del método sociológico*. ¿sociólogas en la casa? ni una sola.

la revelación: en el living, en el patio o en el baño, la depilación es siempre uno de esos momentos colectivos de la casa donde tod*s l*s habitantes se involucran. incluso pueblo, que desde la escalera observa prefiriendo esta vez tomar distancia y no ser el centro de la escena -por cierto, no quedaría muy lindo depilado. no hay dudas de que que la depilación constituía un caso típico de "hecho social total", coercitivo, externo y general (Durkheim, 1895:25). nada mejor que toto, que desde la cocina participa -a su manera- del hecho, para dar su testimonio. pero qué pena que no pueda hacerlo, ya que sólo se atreve a emitir algún sonido como ah, uh o ay, quizás alguna palabra suelta cuidado, pobre, pero nunca un conjunto de palabras articuladas. quizás sea pedir demasiado, dadas las circunstancias, claro.

maría, cherry y todojunto pueden sin embargo superar pronto la situación traumática, y una vez que logran arrancar la cera que le quedaba a maría detrás de la rodilla, retoman alguna que otra preocupación del momento. che, que le respondo al indeseable? las personas "especiales" -en el sentido más amplio de lo que por "especial" pueda entenderse- tenían en la casa apodos: la infame, el zángano, el indeseable, el estocker, el skater, el goma, el pesado. ah, y no nos olvidemos de toto, claro.
- pará. dejame pensar... 
maría siempre dijo que debería trabajar en redactar mensajes de amor que no parezcan de amor, pero que tengan un efecto como si verdaderamente lo fueran, de manera que la víctima caiga en las redes, digo en la trampa, digo que más bien no dude ni un segundo de que ha encontrado a la mujer de sus sueños, y de que no hay nada más importante que responderle ese mensaje de vuelta, de la manera más tierna posible. pero últimamente, también se estaba especializando en escribir canciones combativas, usando palabras malas. oh, cómo nos gustan tus canciones criatura. para mandar a alguien a la mierda maría usaba toda su poesía, todojunto toda su sensatez y ternura y cherry, su rabia más visceral:
- listo, le puse enviar.
- qué le pusiste al final?
- que se meta nuestro amor en lo más profundo del orto. y que feliz navidad.


*las reglas del método sociológico* fue siempre quizás alguna más de una vez el libro de cabecera para rendir un parcial, para preparar una clase, para explicar la depilación, la tocada de culo del subte o la composición colectiva de los mensajes "de amor". y una noche, para fundamentar la fundación de un frente de liberación...
a las dos poetas malditas más luminosas del universo: 
maría y todojunto
bichos, aquí


capítulo 1: despertar


8 am: maría baja por la escalera en bombacha, como siempre. ¿lagañas? jamás. rimel, sombra y khol negro sobre los párpados. el delineador corrido y las ojeras de trasnoche, pero qué linda estás maría, esas huellas del glamour de ayer te quedan tan bonitas esta mañana, qué bueno que es verano y bajás en bombacha, porque qué bueno que no bajás con tu bata floreada. silenciosa y con los ojos entreabiertos, corre en puntas de pie hacia el baño, y se desliza pronto a la cocina: leche chocolatada y a la cama. tal vez una chocolina, sólo para que endulce -un poco más- los sueños que interrumpió. poeta maldita, siga usté durmiendo, deje que esos nidos en sus pelos sigan escribiendo en secreto, esas historias que tanto nos gustan.

9 am: todojunto corre su cortina, con toda la energía de quien despierta y saluda al sol. ¿lagañas? seguramente. sus ojos dormidos, achinados como nunca en otro momento podrían estarlo, y sus cachetes rosados, tan tibios ellos. buen día día se mira al espejo y ay, qué blanco horrible, no veo la hora de estar negra, bien negra, tan negra. se acerca el verano y, sorprendentemente, todojunto desarrolla una obsesión compulsiva de tipo 3 alrededor del (no)bronceado. nadie sabe muy bien qué hay detrás de ello. se  ha llegado a comentar que sufre del "síndrome de michael jackson", pero que en el cono sur los síntomas de éste se invierten, como se invierten los remolinos de agua, las ráfagas de viento, o el sentido de las olas. aunqueo lo dudo, lo dudo seriamente.

10 am: maría baja por la escalera en bombacha, como siempre, como hace dos horas. esta vez no pasa por el baño, va directo a poner la pava para el mate. todojunto está en el living, rodeada de papeles. no es preciso agregar -claro, para quienes la conocemos-, que para entonces ya ordenó su pieza, prendió un sahumerio e incluso, puede que se haya duchado. aunque esto último lo dudo, lo dudo seriamente.
cherry también se levanta, aunque la cama grande a veces es tan grande, tan enorme que sus brazos extendidos no llegan a los bordes, y las sábanas son tan pesadas que no la dejan moverse. vamos, cherry, que ya es de día, el sol está que arde y abajo los bichos ya están revoloteando, preparando el mate, contándose los sueños. vamos que hay mucho que hacer, vamos que... arriba, dale no seas holgazana. entonces cherry se-recuerda -con gran esfuerzo- que todavía conserva algo de su pulsión de vida, a pesar del atentado de la cama grande, del ventilador, de las sabanas pesadas y de la inconclusión de sus sueños malditos. arriba, y se abre el bunker. ¿lagañas? a veces. los ojos hinchados, los pelos deshilachados, directo a lavarse la cara con agua fresca para terminar de despertarse. camina lento y con cuidado, como si temiera desplomarse de nuevo sobre la cama enorme -y a veces, lo hace. siempre es tarde, más tarde de lo planeado, más de lo debido,  sabés que te levantás media hora después de que suena el despertador, vamos cherry bomb, no seas tan maldita, no intentes engañarme con tus palabras malas.

buen día bichos lindos
y empiezan a revolotear...

sic

"sólo una salvación es posible":
supresión del anonimato

loop


"hay algo del *quereme* que no estoy transmitiendo bien". Comienzo de sesión con A, jueves 10:30 hs
"hay algo del *quereme* que no estoy transmitiendo bien". Comienzo de sesión con P, miércoles 20:00 hs
"hay algo del *quereme* que no estoy transmitiendo bien". Comienzo de sesión con Z, viernes 12:20 hs

niñaturas parte I


se ubicó en la esquina de una enorme mesa cuadrada, de esas que intentan ser redondas. se sentó en una silla de grandes, aunque sus little piernas con soquetes y puntillas que siempre detestó y que *cómo pican, no los quiero me aprietan los tobillos, quedaban colgando, y su flequillo cuadrado daba justo en el borde de la mesa. 

desde allí miró a su abuela, con sus ruleros y sus anteojos de carey pasados de moda, que cada verano le cosía payanas nuevas. *dale, vení ahora que el abuelo se va, y ponemos el ventilador y dormirmos al fresco, que la calor está fuerte. y el silencio del pueblo, y los silbidos de los plátanos, y a veces la vecina que pasaba por el zagúan y *elsa qué linda está su nieta eh, cada vez más grande. un día iba a detestarla, a llorar toda su rabia antes del pan dulce, a vomitar el turrón y los regalos navideños. pura mierda pueblo idiota, buenos aires me pudre y esta ciudad me carcome, con todo su pasado sobre mis pequeños hombros. *la yolanda maribel un día salvará al mundo, elsa.

al lado su padre. pausa. abro paréntesis. cierro. asterisco y *la yolanda maribel te salvará, después de la siesta y antes del verano. mis palabras son malas, y qué más da.

creyó que alfredo jamás moriría, como su padre. como el ventilador de la cocina, que nunca dejaba de *clic-clac-clic-clac a la hora de la siesta. que es lo único que se escucha, lo único que se mueve. y que a las doce la chata estaciona, elsa se apura a sacar la milanesa del fuego y en un salto casi acrobático la deja en la mesa, al mismo tiempo que le echa un huevo frito encima, antes de que la puerta del zaguán se abra. y la carrera de tc 2000, y alfredo que terminaba de comer y jugaba con mis dedos, todavía siempre tan pequeños y débiles. odiaba que los retorciera mientras se reía a carcajadas. la asustaban sus dientes marrones *que por el agua mala. *que por la rabia, a yolanda maribel no se la engaña.

clic-clac-clic-clac, el ventilador y el silencio. muerta la milanesa, muerto el huevo frito, muertos mis dedos, y sus dientes, y los ruleros de la abuela, moríamos todos en una siesta de pueblo interminable, y todos los tiempos se mezclaban, como los tiempos verbales de este recuerdo, como las palabras malas que guardé desde ese rincón de la mesa, debajo de mi flequillo, con mis little piernas colgando de la silla. 

lo que ella aún no sabía, era que la yolanda maribel salvaría todo, incluso sus niñaturas. ay de mí.

que me devuelvan el dinero digo
que me devuelvan las monedas con las que pagué esa entrada
esa entrada para ver barriletes chinos,
que me las devuelvan.
quiero el vil metal que me robaron, quiero incrustarlo en mi sien como una prótesis imperfecta,
quiero que apriete fuerte las pocas neuronas que revolotean, conspiradoras, terroristas del ser.

que me devuelvan el dinero,
mierdacarajo
porque yo ese día, con siete años dije,
decidida como nunca después lo estuve,
que quería ser barrilete

y la vida se me ha reído en la cara

*quien ríe último ríe mejor*
me dice mirtha al oído,
y tal vez.
ay de cuando me escondía entre las azucenas
ya no me asustaré del viento,
ya enfrentaré la tormenta
me rehúso a escribir mis palabras malas, acá todavía llueve pero las nubes estás mansas. mansa la vecina que me mira, desde su balcón despellejado, mientras fuma su porro creyendo que nadie la ve. y qué de las palabras intercesoras, esas que vuelven interrumpen arremeten esas que no, no son esas las malas. las malas son las que muerden humo fuego incendian. ey vecina, fumate el porro conmigo, vení. acá en la terraza todavía algunas palabras quedan. vení, bicho, no temas. vení en pijama, qué más da. yo estoy despeinada y
-bueno, farmacológicamente hablando, vamos a seguir así.
-así cómo? no me hables farmacológicamente, hablame manso, sin palabras malas. no me enredes con tus letras, ya bastante con mis pelos enmarañados.
sí, cruzate vecina, acá la comida está lista, todojunto dice que no llueve, ella siempre cree en el sol. quisieras conocerla, claro, nunca te hablaría farmacológicamente. y también es despeinada.
-bueno, también hay lugares muy lindos a los que puedo mandarte
-a cuáles? no me mandes a ninguno, dejame en mi terraza con mi vecina, con su porro y su pijama, con estas nubes mansas y el sol que todojunto promete que sale que ahí viene que ya llega.
dejame con mis palabras malas, vos buscate las tuyas propias.
decime que me extrañás, que querés sacarme a pasear.
¿helado de menta granizada? mi sabor más preferido de éste y todos los mundos.

decime que me querés, que querés invitarme al cine.
¿en patineta? dale, subamos a la mía, esa que un día dije que tenía pero que todavía no llegó.

decime que soy tu mujer preferida del universo, que cuando bailo mis pies se despegan.
¿a vos también se te despegan del suelo? cuando bailamos encendidos brillamos flúor en la pista, y todo el resto siempre nunca eternamente desaparece.

decime todo eso, por favor dale. decime todo eso que yo pienso, que quisiera decirte, pero que no me animo. que se me hacen un nudo la garganta y un bollito las palabras, que el circo pronto acaba, que una nueva función comienza. que el palito bombón helado de menta granizada se termina, que esos chicos en patineta se los están comprando todos, que esas acróbatas rusas hacen que todo alrededor desaparezca, incluso nosotros, nuestro baile, nuestro flúor.

decime, dale, que yo oigo
mientras sigo bailando
el humo y entonces respiro
mis dedos tiemblan.

"miedosa, sos tan miedosa que te hacés minúscula. te vas corriendo allá a dos cuadras, cuando acá el falcon arde en llamas" me decía papá mientras sus manos ardían, mientras yo, desde lejos lo miraba atónita, pálida y temblando.
mis manos temblaban. eran mucho más que sólo dedos.

*miedosa, un día vas a enamorarte, y vas a querer gritarlo, y la garganta se te va a hacer un nudo, atraparte el intestino y rodear tus rodillas chuecas, esas que vas a romperte por correr tanto. tan lejos de todo*

:: miedosa, tendrás un facebook y vas a matarlo. y vas a creer que así matás tus miedos, y que tus manos dejarán de temblar, y tus dibujos podrán por fin colorearse de fluor y teñirse de negro al mismo tiempo ::

+ matarás tu facebook + será tu primer y último mandamiento

y un día empezarás seguirás escribiendo. y soltarás esas letras que tenés tan guardadas, empolvadas en el umbral de lo repugnante. de lo bello lindo libre.

y de tan libre vas a prender la tele. zapping, media vuelta y adentro: vas a meterte en esa caja boba, vas a jugar con el pelo de susana, con las puntillas de mirtha, que huelen a naftalina.

***mirtha, no temas. soltate el pelo. no huyas del falcon, no tiembles. hacete un facebook, te presto el mío. viví, morí. soltate el pelo. sacate el maquillaje, dejate las ojeras, apagá la tele y agarrá ese libro***

{la yolanda maribel salvará al mundo, después de salvarte a vos, mirtha, y a mí, todavía en llamas}
lo supe todo siempre el primer día
todo cuanto pensé dije que no lo contaría
casi dibujé los pasos en falso
escribí ahora esas palabras extrañas

ya todo fue será o está por ser
ahora todo muere
ahora tod*s matan
ahora yo asesino

"matarás tu facebook"
obedecí mi primer y último mandamiento
todo cuanto pude dije prometí
pacté
para no matarme antes