a veces cuando la sacuden, sus moretones violetas se vuelven púrpura, marrones tan negros ellos. cuando le gritan fuerte mirtha no me grites, sacudime del espanto, pero no me hagas hablar, te lo pido por favor, no quiero escucharte, el polvillo inherte de sus palabras malas cae, como caen pocas las monedas, cuando sus espásticos movimientos convulsionan ocultas las tristezas. si alguna vez pudiera usted verla, lo juro, lloraría del espanto. sus pupilas congeladas como una muerta, su piel traslúcida, repleta de rasguños que todavía sangran, sus venas grandes, hinchadas, gigantes ellas pero azules, recorridas por hormigas, habitadas por vampiros, viera usté. sacúdala, reviéntela, estrújela contra el piso, salte sobre ella mil veces si es necesario, pero despiértala. ey, ¡despierta! que ya es tarde y yolanda no llegará para salvarte.

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