invoqué al dragón y aquí vino,
ni al drogón, ni al vino
que vino el dragón,
que vino.

que sus escamas acariciaron mis sienes
que en la cama me acariciaron cien veces
que en cien camas me acariciaron,
pero que nunca con calma.

que de su boca salieron llamas, como suspiros.
que sus llamas, en mi boca, rebotaban.
que con suspiros todo el fuego se apagaba.

que invocaré al dragón una y mil veces,
porque ha renacido el loto,
porque entre los escombros mi jardín al fin florece:
bienvenido dragón y hasta siempre.


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